El efecto de Coriolis es el responsable de la estructura circular de ciclones y anticiclones. Esa estructura circular es la responsable de que, localmente, la dirección de los vientos no sea siempre del oeste. El centro de una borrasca sí se desplaza siempre de oeste a este, pero el viento dentro de ella (y en los anticiclones), al desplazarse en círculos, adopta una componente sur (viene del sur), una componente este, y por fin una componente norte. Además, en las latitudes bajas de los anticiclones los vientos siempre adoptan una componente este, con vientos flojos y constantes. Son los alisios. Como ciclones y anticiclones son células de gran radio, cuando el viento tiene una componente bien oeste, bien este, las temperaturas son más o menos iguales a las que caracterizan a la masa de aire, pero cuando tienen una componente sur suben un poco y cuando tienen una componente norte bajan. Los vientos en superficie son más lentos que en altura, ya que tiene un rozamiento con la superficie de la tierra. En altura la velocidad máxima se alcanza en la Corriente en chorro, que circula por encima del Frente Polar.
El efecto de Coriolis se presenta también en las corrientes oceánicas y los remolinos, no obstante, si el remolino es muy pequeño, como el que se produce en un lavabo, puede haber múltiples distorsiones que modifique la trayectoria de los líquidos.
Una forma de comprobar las características del efecto de Coriolis es tratar de dibujar una línea recta, sobre una superficie en rotación. Para ello podremos utilizar un papel, que pondremos sobre un plato, y trataremos de dibujar una línea lo más recta posible, incluso con la ayuda de una regla. Podemos ver qué sucede cuando modificamos la velocidad con la que dibujamos la línea, o con la que damos vueltas al plato.
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